Sylvie Maunga Mbanga

AUTORA DEL TEXTO: SEPIDEH LABANI

REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO, ANTES ZAIRE, 1974

“No se puede conseguir la paz si no asumes parte del riesgo”

Licenciada en Derecho, Universidad Libre de los Grandes Lagos, Goma, RDC. Co-fundadora de “Sinergia de las Mujeres por las Víctimas de Violencias Sexuales” (SFVS), 2002. Fue galardonada en 2008 con el premio Women Peace Maker (Mujeres creadoras de Paz) del Joan B. Kroc Institute for Peace and Justice (Instituto JB Kroc para la Paz y la Justicia).

La guerra de Kivu (región oriental de la Republica Democrática del Congo, RDC) no ha cesado desde 1996. Sylvie incluso recuerda que las primeras tensiones se originaron en 1994 tras el genocidio de Ruanda (país fronterizo con la RDC) cuando la región de los Grandes Lagos ardió, y aún siguen los rescoldos… Las guerras son siempre sinónimo de violencia y en este caso, desmesuradamente espantosa, hacia las mujeres y las niñas. Según diversas organizaciones, el 70% de las mujeres y de las niñas han sido violadas o sexualmente mutiladas desde el principio del conflicto en las regiones Kivu Norte y Sur, donde parece que nadie, ni el propio Gobierno congolés, ni las fuerzas internacionales, tiene las respuestas ni los medios para proteger a la población civil.

La violación sexual es un arma de guerra, de destrucción, tanto para la víctima como para la sociedad que la padece. “Cuando se ataca a una mujer, se arremete contra toda la sociedad. Las mujeres mantienen a las familias unidas. Es una táctica para desmoralizar a la sociedad”, expresa Sylvie tras haber corroborado que, de hecho, los soldados y las milicias no buscaban el placer sexual con las violaciones, sino resquebrajar familias enteras, ya que la mujer violada es en la mayoría de los casos expulsada del hogar por su marido.

Sylvie toma consciencia de las injusticias sociales y de la violencia hacia las mujeres gracias a un entorno familiar abierto donde, desde joven, se le invitó a intervenir en los debates políticos. Su padre, fiel opositor del modelo patriarcal congolés, participó de la educación de sus hijos e hijas y mostró un gran respeto hacia la mujer. Sylvie no se desligará de su herencia familiar a la hora de optar por una vía profesional.

Desde hace ya más de 10 años, Sylvie desempeña una labor profesional dentro del campo de la justicia social, de la lucha contra las desigualdades, con especial atención hacia las mujeres. En 1999, al acabar sus estudios, mientras el país está en guerra, comienza a ejercer como abogada en distintas ONG, defendiendo y asistiendo a mujeres victimas de violaciones. Años más tarde, Sylvie es contratada por Life and Peace Institute (Instituto Vida y Paz), una organización internacional que colabora con asociaciones locales con el objetivo de apoyar iniciativas hacia el cambio.

La misión principal de la ONG es promover las transformaciones estructurales de la sociedad congolesa. Así, Sylvie sigue comprometida con la justicia pero de manera más global; no se ocupa únicamente de las consecuencias del conflicto si no también de sus raíces.

En Life and Peace Institute la labor de Sylvie fue triple: la transformación de la percepción del conflicto, el “buen gobierno” y el desarrollo de políticas de género.

La iniciativa de transformación del conflicto consiste en poner en contacto a distintos grupos étnicos rivales de la región y lograr pequeños acuerdos entre ellos con la finalidad de mejorar la situación de cada uno. En un país donde la pertenencia étnica es un instrumento político para dividir a la población, Sylvie y su equipo intentan poner a prueba las malas percepciones y prejuicios hacia las otras etnias a través del encuentro con un objetivo común a todos, el de mejorar su situación. Es decir, facilitar la comunicación, que, según Sylvie, “es la mejor herramienta para solventar los conflictos étnicos”.

En julio de 2006 se organizaron las primeras elecciones democráticas en la RDC, después de 32 años de régimen de Mobutu Sese Seko. Este evento generó gran esperanza tanto en el ámbito nacional como en el internacional, dando pie a que Sylvie comenzara su trabajo sobre el “buen gobierno”. Sylvie organizó, junto a una asociación local, unos talleres de aprendizaje de la democracia y toma de decisiones. Su objetivo era que el pueblo pudiera elegir y votar por el candidato o la candidata que les ofrecía el programa más completo y no según la pertenencia a un grupo étnico. A lo largo de la campaña, Sylvie se fue movilizando, yendo a mercados locales para proseguir con la sensibilización para la democracia, organizando foros sobre el papel de la mujer en la política y planificando debates públicos para fomentar la comunicación entre los candidatos y las candidatas y la población. Sylvie resume su trabajo hablando de “desarrollar un electorado capaz de ir más allá de la etnicidad”.

El tercer aspecto de su trabajo con Life and Peace Institute fue el de formular políticas de género. Aunque la República Democrática del Congo haya desarrollado una buena ley para la igualdad de género desde las elecciones, las mujeres y las violaciones de que son víctimas no son una prioridad para el Gobierno. Sylvie defiende la necesidad de empoderar a la mujer, algo imprescindible en un país donde los dirigentes siguen protegiendo sus posiciones políticas en vez de socorrer a ese centenar de miles de mujeres y niñas quienes todavía temen por su vida.

Tras dejar Life and Peace Institute, Sylvie empieza a colaborar como consultora independiente en ICCO (Organización Ínter-eclesiástica para la Cooperación al Desarrollo), que proporciona asistencia global a mujeres víctimas de la violencia sexual, incluyendo apoyo psicológico, cuidados médicos, consulta legal y acceso al sistema jurídico.

Sylvie habla de la asistencia a víctimas de violaciones sexuales como una labor dura y tenaz. Tarea muy difícil en un Estado sin democracia, dice Sylvie, porque cuando expone testimonios de violaciones ante la justicia se le piden pruebas y testigos, lo cual genera que en escasas ocasiones los casos sean sancionados. Así la cultura de la impunidad se perpetúa y la violencia persiste. Sobre todo, expresa Sylvie, su trabajo es de sensibilización y de mediación entre las distintas partes. Por ejemplo, cuenta lo difícil que es persuadir a las victimas de violaciones que han resultado infectadas por el VIH/SIDA de que necesitan cuidados médicos y han de acudir a los centros de salud, porque muchas temen que su violación se haga pública en la comunidad. A veces tiene que emprender una ardua negociación entre el marido repudiante, la esposa y el jefe del pueblo.

“Este trabajo ha sido para mí una vía para cambiar lo que era un tabú”. Las mujeres y los hombres entienden ahora por qué una mujer violada requiere asistencia y eso evita que el hombre la rechace del hogar.

Sylvie tiene apenas 34 años y muchas ganas de cambiar su país, paulatinamente, a pesar de que los obstáculos parezcan infranqueables. Cuando se le pregunta si le gustaría irse a vivir en un lugar mas seguro, responde: “Creo que tengo un papel que desempeñar en este conflicto. Quedarme aquí en Kivu no es un placer, pero no se puede conseguir la paz si no asumes parte del riesgo. Soy una más de los muchos comprometidos en Kivu”.