Rosa Parks

AUTORA DEL TEXTO: CARMEN SAMPEDRO

ESTADOS UNIDOS, 1913 – 2005

“Lo único que me molesta es que hubiera tardado tanto tiempo en hacer esta protesta”

Considerada la madre de los derechos civiles modernos. Fue una activa militante contra la segregación y el racismo. Su gesto de desobediencia en un autobús cambió la Historia del país y la vida de los afroamericanos. Publicó los libros Fuerza silenciosa y la autobiografía My life.

A veces un solo gesto puede convertirse en la chispa que cambia el curso de la Historia. Parks, costurera y militante en el Movimiento por los Derechos Civiles, hizo ese gesto el 1 de diciembre de 1955 al negarse a ceder su asiento a un pasajero de raza blanca en un autobús de Montgomery (Alabama). Esa desobediencia a la ley de segregación le costó la cárcel, una multa de 14 dólares, y provocó el boicot de 381 días a los autobuses públicos. Martin Luther King, un pastor bautista relativamente desconocido en ese tiempo, se puso al frente de los movimientos de protesta que llevaron a la histórica decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de abolir la segregación en el transporte público por considerarla contraria a la Constitución.

Rosa Parks se convirtió en un icono del Movimiento de los Derechos Civiles y no sólo debido a su coraje. La prensa la identificó como una modista muy trabajadora que un día se cansó de viajar al fondo de un autobús. Pocos sabían más allá de Montgomery que era una mujer con conciencia política y que trabajaba como secretaria de la rama local de la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color (National Association for the Advancement of Colored People, NAACP). Tampoco que había asistido a la Highlander Folk School, un centro educativo que promovía los derechos de los obreros y la igualdad racial. Como ella señaló sobre ese día: “No es que estuviera cansada por una larga jornada de trabajo. Simplemente estaba harta del maltrato”.

Rosa Louise McAuley –su apellido de soltera– era hija de un carpintero y de una profesora de nombre Leona, que le legó como filosofía de vida el aprovechar las oportunidades sin importar que fueran muy pocas. Recordando a su madre, Rosa dijo en una entrevista: “En ese entonces las oportunidades eran prácticamente inexistentes porque no teníamos derechos civiles. Todo se reducía a sobrevivir, a mantenerse con vida día a día. Cuando era niña recuerdo irme a dormir escuchando el griterío del Ku Klux Klan en uno de sus linchamientos, y sentir miedo de que incendiaran mi casa”. Esa larga convivencia con el miedo se transformó en alivio durante el boicot y los movimientos de protesta contra la segregación que transcendieron las fronteras de Estados Unidos y despertaron el interés del resto del mundo. “El alivio fue saber que no estaba sola”, dijo, recordando esos días.

Junto a su marido, Raymond Parks, Rosa trabajó dentro de la Asociación en muchos casos de flagelación, crímenes y violaciones contra los afroamericanos. Era lo que ella definió como un trabajo silencioso porque la prensa no se hacía eco de esos casos. “Se trataba sobre todo de desafiar a los centros de poder y hacerles saber que no queríamos seguir siendo ciudadanos de segunda clase”.

En 1957 Rosa Parks se mudó con su marido a Detroit (Michigan), donde ella formó parte del equipo de asesores del senador demócrata John Conyers. Entre otros reconocimientos a su tenaz militancia contra el racismo, el Consejo de Liderazgo Cristiano del Sur estableció en su honor el Premio Rosa Parks a la Libertad. Luego de la muerte de su marido en 1977, Rosa fundó el Instituto para el Auto-Desarrollo que lleva el nombre de ambos (Rose and Raymond Parks Institute for Self-Development). Una de las actividades principales incluye el programa anual de verano para adolescentes, llamado “Los senderos de la libertad”. Son viajes en autobús a lo largo del país para conocer la historia de Estados Unidos y del Movimiento de los Derechos Civiles.

Cuando ya jubilada le preguntaron si era feliz en esa etapa de su vida, ella contestó: “Hice lo mejor que pude para vivir con optimismo y la esperanza de días mejores para la gente de color. Pero no creo que exista eso que se define como felicidad total. Todavía me duele saber que sigue habiendo racismo y mucha actividad por parte del Ku Klux Klan. Pienso que cuando uno dice que es feliz es porque siente que tiene todo lo que necesita, todo lo que quiere, y ya no se desea nada más. Yo todavía no llegué a sentir eso”.

Como reconocimiento a una vida dedicada a luchar contra el racismo, en 1999 Rosa Parks recibió la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos de manos del entonces presidente Bill Clinton. En la medalla está grabado: “Madre del Movimiento por los Derechos Civiles modernos”.

Cuando murió, el 24 de octubre del 2005 a la edad de 92 años, su féretro fue colocado durante dos días en la Rotonda del Capitolio para que el pueblo norteamericano pudiera presentarle sus respetos a la mujer que cambió la vida de tantas personas. Fue la primera mujer en la Historia del país que yace en el Capitolio, un honor normalmente reservado a los presidentes.

En su caso, un simple gesto de desobediencia o “mala conducta” se conectó con uno más trascendental: el del Derecho.