Marie – Claude Mattéi Muller

AUTORA DEL TEXTO: MERCÈ RIVAS TORRES

ARGELIA, 1947

“Mi lucha es el reconocimiento, el respeto y la valorización de la lengua y la cultura de las comunidades indígenas en América Latina”

Catedrática de Literatura, pertenecía a la minoría no arábe de Argelia por su madre marroquí y padre italiano. Con la muerte de su padre en la guerra por la independencia de Argelia, se fue a París, donde se convierte en una pied noir (pies negros), nombre con el que se identificaba de forma despectiva a los argelinos que tuvieron que abandonar su país. En América Latina quedó atrapada por la cultura de los indígenas, sus lenguas, sus costumbres y sin el apoyo de ninguna organización decidió entregar su vida a ellos. Su trabajo ha obtenido un gran reconocimiento. Ha asesorado al Congreso venezolano en la redacción de leyes a favor de los pueblos indígenas.

“Sin duda alguna, haber conocido relativamente joven la violencia y la injusticia de la guerra, así como el destierro forzado, creó en mí una conciencia a veces atormentada”, recuerda con cierta amargura. “Por eso me refugié en el estudio, pero la casualidad de la vida me llevó, en los años setenta, a América Latina y allí me tropecé con otra realidad desconocida: la de las minorías étnicas que, en aquel entonces, eran consideradas como poblaciones de segundo grado, a menudo despreciadas por las mismas autoridades locales”.

“Me acerqué a estas comunidades debido a mi interés por aprender algo distinto, algo que no me ofrecía ninguna universidad, y confieso que mi primer objetivo fue de índole académica, es decir escribir libros, artículos referentes a la lengua y a la cultura de estas poblaciones. Este acercamiento al mundo indígena fue una decisión personal. No pertenecía a ninguna organización, a ningún equipo de investigación que apoyase mi propósito”, explica con entusiasmo.

Fue un proceso lento porque estas comunidades eran casi en su totalidad monolingües, por lo que tuvo que aprender su idioma y también enseñarles el español para lograr un diálogo rudimentario.

“En Venezuela no había una guerra frontal, agresiva como en Argelia, sino más solapada, más silenciosa, que me hizo ver otro tipo de injusticia. No había armas sino incomunicación, indiferencia, ignorancia, y abusos que generaban conflictos entre comunidades indígenas y criollas, en particular con algunos latifundistas del área y con los explotadores de minas”, explica con indignación.

Fue cuando empezó a preguntarse seriamente sobre la finalidad de sus investigaciones académicas y sobre el posible papel que ella podía jugar en esta situación. Su trabajo no fue stricto sensu un trabajo por la paz, sino más bien por el reconocimiento, el respeto y la valorización de la lengua y la cultura de estas comunidades, es decir, de la diversidad de sus saberes, sus mitos, sus ritos, su organización socio-económica, su producción artesanal entre otras cosas. “Era, a mi parecer, una manera de promover un mejor entendimiento, un reconocimiento mutuo de ambos lados”, asegura con firmeza.

Su intención fue y sigue siendo elaborar material didáctico adecuado para proporcionar una mejor educación en las lenguas indígenas y en español. Asimismo se dedicó a poner de manifiesto el valor y la importancia de la cultura indígena para generar el mayor respeto hacia ella. Recuerda que su primer proyecto de alfabetización lo pudo realizar gracias a la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) y la Embajada de España en Caracas. “Pero el programa intercultural bilingüe no duró por falta de presupuesto y falta de interés de las autoridades del momento”, se lamenta.

Este primer paso, que debía favorecer la formación de maestros bilingües y la elaboración de material didáctico adecuado, no tuvo el éxito que ella imaginaba. Se dio cuenta entonces que necesitaba “un apoyo institucional más duradero”. A pesar de todas las dificultades con las que se fue encontrando en 1994 publicó el Diccionario Ilustrado Bilingüe Panare (e´ñepa) – Español.

Desde hace unos diez años existe una nueva política indigenista en Venezuela. Fue creada una Dirección de Educación Indígena que solicitó su colaboración no sólo para la elaboración de varios libros bilingües para las escuelas sino también para la formación de los maestros. Actualmente trabaja en la elaboración de una serie de televisión para dar a conocer estas culturas minoritarias.

Pero su actividad no se limita a la dimensión cultural, sino que también ha participado en la elaboración de las diferentes leyes presentadas a la Comisión de Pueblos Indígenas del Congreso de la República y luego votadas en los últimos años: Ley de Educación Indígena, Ley de Idiomas Indígenas, Ley de Patrimonio Indígena.

“Cuando empecé a trabajar con los pueblos indígenas tenía la sensación de hablar en el desierto”, comenta sonriendo. “Ellos mismos no entendían muy bien por qué me empeñaba en querer aprender su idioma, escribirlo, conocer sus mitos, sus técnicas de tejido. Los criollos del área me preguntaban también qué podía aprender de estos “primitivos”. Hoy en día son los indígenas los que me buscan para trabajar con ellos. Ahora siento que mi trabajo no fue en vano”.

“El día que llegué a Caicara del Orinoco con un lote del Primer Libro de Alfabetización en lengua e´ñepa, algunos “criollos” lo miraron con interés y los no indígenas querían tenerlo también. Eso no era posible hace algunos años”, comenta con satisfacción.

Al inicio de los años noventa, el Instituto de Etología Humana de Andechs en Alemania la contrató para participar en un proyecto sobre los yanomami en el Alto Orinoco. “Eso fue otra aventura que me reforzó en mi deseo de trabajar para estas poblaciones amenazadas, a distintos niveles”, matiza.

“Mi trabajo con los yanomami ha sido más intenso, más coherente, pero diferente del que realicé con los e´ñepa. Realicé un manual de referencia sobre lengua y cultura yanomamï con muchas ilustraciones referentes a fauna, flora y actividades cotidianas y rituales. Esta publicación fue financiada en parte por la UNESCO”, comenta con ilusión.

“Mi principal sueño en estos momentos es preparar un manual de salud que ayude a los yanomami y a los médicos que trabajan en la zona a aliviar la catastrófica situación sanitaria. Las enfermedades pueden ser causa de conflictos entre yanomami, dado que, según sus creencias, son provocadas por espíritus malignos que pueblan la selva, o por chamanes enemigos de otras comunidades”, explica con preocupación. Eso crea tensiones. Además durante las dos últimas décadas, la situación de salud se ha deteriorado por el surgimiento de nuevas enfermedades. “Los yanomami son, en su gran mayoría, todavía monolingües y la relación con los médicos es a veces difícil por no compartir la misma lengua, ni la misma concepción del cuerpo y de la enfermedad”.

Su frase favorita es de Juan Ramón Jiménez: “El que aprende una lengua, adquiere una nueva alma”.