Mahvash Sabet

 

IRÁN – 1953

Autor del texto: Lucien Cornella

 

Hoy, al pasar por el patio de la cárcel me encontré a un gorrión. Picoteaba un trozo de pan bien congelado, una migaja fría, en la nieve. «Tú y yo somos los dos prisioneros hambrientos», le dije. Y así, en aquel instante, abandonó la miga y se alejó volando. Ante eso pensé: «¿Acaso eres tú menos que este pobre gorrión? Dime, ¿por qué no sueltas
el pan igual que el pájaro? Deja esa miga y vuela aunque te roa el hambre»

 

Mahvash Sabet, es una profesora y directora de escuela que fue despedida de la enseñanza pública por ser bahá’í. Durante 15 años antes de su detención, había sido directora del Instituto Baha’i de Educación Superior, que ofrece una educación superior alternativa a los jóvenes bahá’ís. También fue secretaria de los Amigos en Irán, antes de convertirse en miembro del grupo.

El bahaísmo, también conocido como Fe Baha’i es una religión monoteísta abrahámica que proclama la unidad espiritual de la humanidad. Los miembros de esta comunidad religiosa internacional se describen a sí mismos como adherentes de una «religión mundial independiente «. Fue fundada por el persa Mīrzā Ḥusayn-ʿAlī Nūrī (1817-1892) en 1863. Los bahá’ís son los seguidores de Bahāʾ-Allāh. Se organizan en torno a más de 100.000 centros (enumerados por el Centro Mundial de Haifa) en todo el mundo. En 2011, esta religión plantea en sus documentos la cifra de 7 millones de miembros pertenecientes a más de 2.100 grupos étnicos, repartidos en 189 países. Su centro espiritual y administrativo se encuentra en Haifa y Acre (Israel).

Los más de 300.000 bahá’ís iranís, que han sido duramente perseguidos bajo todos los regímenes iraníes, nunca han sido reconocidos como minorías religiosas. Desde el advenimiento de la República Islámica en 1979, los bahá’ís de Irán han sido considerados como «infieles desprotegidos, (…) no personas, y no tienen ni derechos ni protección», «menos que nada», según la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) en su informe de 2003 sobre la discriminación religiosa en Irán.

Nacida como Mahvash Shahriyari el 4 de febrero de 1953 en Ardestan, Sabet se trasladó a Teherán donde estudió psicología. Comenzó su carrera profesional como profesora y trabajó como directora en varias escuelas. Colaboró con el Comité Nacional de Alfabetización de Irán. Tras la revolución islámica, al igual que otros miles de educadores bahá’ís iraníes, fue despedida de su trabajo y se le impidió trabajar en la educación pública. Después de esto, se convirtió en directora de la BIHE, donde también ha enseñado psicología y gestión. Se casó con Siyvash Sabet el 21 de mayo de 1973. Tienen un hijo y una hija.

Fue detenida en Mashhad el 5 de marzo de 2008 y condenada a 20 años de prisión por “delitos” tales como “insulto a las santidades religiosas”, “propaganda contra el sistema” y “espionaje para Israel”. En septiembre de 2010 fue absuelta de algunos cargos, pero se mantuvieron los de “actuar contra la seguridad del Estado” y “propaganda contra el sistema”.

Durante su estancia en prisión, Sabet se dedicó a escribir poemas sobre su condición y la de sus compañeras de celda. Estos poemas fueron traducidos en inglés por Bahiyyih Nakhjavani, novelista británico-iraní. En mayo de 2021, se publicó la traducción en español del poemario por Amaya Blanco y Ryma Sheermohammadi, llamado “Poemas enjaulados”. Según la autora, el objetivo del poemario es “regalar amor” a sus compañeras de celda, porque “Si dices una sola palabra de amor en este sitio/ es lo mismo que el agua sobre un fuego furioso”.

Sabet fue la primera presa del grupo de los Amigos en Irán liberada el 18 de septiembre de 2017. Tras su puesta en libertad, hizo un llamamiento público para la liberación de sus seis compañeros detenidos. El 10 de octubre de 2017, fue nombrada Escritora Internacional del Coraje 2017 por PEN International y co-ganadora del premio anual Pinter. Al salir ella manifestó lo siguiente:

“Pasé dos años y medio en régimen de aislamiento, lo que ya de por sí te desgasta por completo. He sufrido una fuerte pérdida de densidad ósea, que fue diagnosticada cuando me transfirieron a centros médicos. Me duelen las articulaciones y los huesos, algo que he sufrido durante la mayor parte de estos años. En una ocasión, los médicos pensaron que podría tener fractura de articulaciones y me hospitalizaron durante 15 días bajo vigilancia. (…) Ahora creo que también tendré que visitar al psiquiatra. No importa que tengas la moral alta, 10 años de encarcelamiento pasan factura.”