Irene Khan

AUTORA DEL TEXTO: CARMEN CORREDOR

BANGLADESH, 1956

“Ninguna causa puede justificar el abuso contra los derechos humanos”

Es la séptima secretaria general de Amnistía Internacional (AI) y la primera mujer, la primera musulmana y la primera asiática al frente de esta organización de defensa de los derechos humanos. Especialista en Derecho Internacional, trabajó durante veintiún años en defensa de los refugiados en el ACNUR. Desde entonces, esta incansable defensora de los derechos humanos prefiere trabajar sobre el terreno para conocer, de primera mano, las tragedias de los más desfavorecidos.

En la conmemoración en 2008 del 60º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Irene Khan se marcaba este reto: “Debemos hacer llegar los beneficios de los derechos humanos a todas las personas que sufren privación, discriminación y exclusión. En estos momentos, de crisis económica mundial nos enfrentamos a un doble desafío: hacer realidad los derechos humanos para erradicar la pobreza y proteger los derechos humanos ante el terrorismo”.

Irene Khan empezó a tomar conciencia de las desigualdades cuando apenas tenía 13 años. El territorio que hoy ocupa Bangladesh luchaba por su independencia de Pakistán y la adolescente fue testigo de agresiones, violencia y reiteradas violaciones de los derechos humanos.

Ayudada por unos amigos, su familia acomodada de clase media consiguió enviarla a Irlanda del Norte. “Mis padres no tenían ni idea de lo que pasaba allí. Cuando llegué me encontré con bombas y ataques del IRA, la situación era terrible. Pasé de una guerra de liberación a una guerra civil. Y me di cuenta del daño que hacen las guerras a la gente, a los seres humanos, y de cómo dividen a las comunidades”.

Apasionada del Derecho, estudió en la Universidad de Manchester y después en la Universidad de Harvard, donde se especializó en Derecho Internacional.

Al tiempo, su interés por mejorar las condiciones de los más desfavorecidos le llevó a cofundar la organización de ayuda al desarrollo Concern Universal (Interés Universal). Poco después comenzó su labor como activista en favor de los derechos humanos al trabajar como asistente legal en la Comisión Internacional de Juristas en Ginebra.

Desde entonces ha viajado a los escenarios de conflicto para dar protección a los refugiados como miembro del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Más tarde fue designada jefa de misión de ACNUR en India y, durante la crisis de Kosovo, encabezó el equipo de ACNUR en Macedonia.

En agosto de 2001, en el 40º aniversario del nacimiento de Amnistía Internacional, fue elegida su séptima secretaria general. Irene Khan era además la primera mujer, la primera asiática y la primera islámica al frente de esta organización de defensa de los derechos humanos. “Es una organización que va por delante. No creo que Amnistía tuviera miedo de escoger a una mujer musulmana”, dijo entonces.

Amnistía Internacional nació en 1961, tras el artículo de un abogado británico que hacía un llamamiento a los ciudadanos para actuar en defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión. En las décadas siguientes, las diferentes campañas consiguieron que más de tres mil presos de conciencia fueran puestos en libertad. Amnistía se había ganado el respeto y el prestigio internacional.

Irene Khan se puso al frente de la organización en un momento crucial: un mes después de su elección dos aviones impactaban contra las Torres Gemelas de Nueva York. Y comenzó la cruzada de Bush contra el terrorismo. “El mundo no necesita una guerra contra el terrorismo”, defendió con insistencia la secretaria general de Amnistía. “Necesita una cultura de paz, basada en los derechos humanos para todos”.

Los escenarios donde se violan los derechos humanos y se utiliza la tortura se multiplicaron: Irak, Afganistán y Guantánamo. Ante los Gobiernos y los ciudadanos, Amnistía Internacional y su secretaria general repetían que en nombre de la seguridad no se podían vulnerar los derechos humanos. “La seguridad sólo se garantiza con los derechos humanos y con el respeto a la ley”, asegura Irene Khan. “Los derechos humanos son la base para crear Estados fuertes y respetados. Sin esto, no puede haber estabilidad política ni progreso social”.

Dinámica e incansable, además de luchar contra la tortura, las detenciones y los juicios sin garantías y contra la pena de muerte, Irene Khan ha puesto el énfasis en la batalla contra la discriminación o el hambre.

Otro de sus compromisos es la defensa de los derechos de las mujeres. En su primer año de mandato, puso en marcha un programa contra la violencia hacia las mujeres. “En mi trabajo en Amnistía Internacional, he tenido que enfrentarme a muchos retos en el ámbito de la defensa de los derechos humanos, pero ninguno me ha conmovido tanto como el de las mujeres víctimas de la violencia”, dijo al recibir el Premio Pilkington “Una ventana al mundo”, de la organización Women of Year Lunch and Assembly, por su compromiso con esta causa.
En otro acto reciente, con mujeres japonesas violadas por militares nipones durante la Segunda Guerra Mundial, una de ellas cogió la manos de Irene Khan y le expresó lo importante que era para ellas que, finalmente, el mundo hubiera conocido todo lo que habían padecido. “Incluso décadas después, como en este caso”, contestó la secretaria general de Amnistía Internacional emocionada, “es fundamental que los actos de injusticia y de oprobio sean conocidos”.

La situación de los emigrantes es otra de sus preocupaciones. “La inmigración es una cuestión de derechos humanos, porque estamos hablando de vidas humanas. Pero se tiende a verlo como un problema de seguridad nacional y se toman medidas unilaterales o bilaterales. Eso crea más tragedias humanas. Los prisioneros de hoy no están entre rejas. Son los inmigrantes, las victimas de la burocracia, los olvidados, las víctimas del tráfico de personas, las mujeres, víctimas de la violencia. Por desgracia, el negocio de Amnistía Internacional está creciendo”.

En su afán para que las denuncias y los abusos no sean fríos datos, Irene Khan no deja de viajar a los lugares de conflicto, campos de refugiados o países con Gobiernos que no respetan los derechos humanos. “Viajo mucho porque es importante conocer las historias por ti misma. Te motiva a hacer más. El instinto natural de la gente es ayudar; ¿qué es lo que nos hace apáticos frente a los abusos? Tal vez la distancia. Por eso es importante convertir los problemas de derechos humanos en historias. Para entender que no sólo hablamos de millones de refugiados, sino de este niño, de aquel hombre”.

Cuando no viaja, a Irene Khan le gusta quedarse en su casa de Londres, donde vive con su esposo y su hija. Entusiasta y trabajadora incansable, esta activista de los derechos humanos tiene, sin embargo, una cierta sombra de tristeza en la mirada. “Cuando se trabaja tan cerca de las situaciones de crueldad, vives las tragedias pero también surge la esperanza. Incluso salvando una sola vida es suficiente, como dice el mensaje para todos los miembros de Amnistía”, asegura.

Pero para hacer este trabajo con imparcialidad, Amnistía Internacional y su secretaria general libran, a menudo, duras batallas con los Gobiernos. Con los de historial democrático, que no desean que se levante lo que guardan bajo la alfombra. O con aquellos que no permiten que las delegaciones de Amnistía Internacional entren en sus territorios: Sudán, Irán o China, por ejemplo. “En el mundo de hoy, gracias a las nuevas tecnologías, el acceso físico no es la única vía de obtener información”, dice Irene Khan con una sonrisa.

En otras ocasiones, algunos de sus informes han sido usados por Gobiernos de forma interesada. En diciembre de 2002, el Foreign Office británico utilizó el dossier Sadam Hussein: Crímenes y Abusos de los Derechos Humanos. “Aquello fue una fría y calculada manipulación del trabajo de unos activistas pro derechos humanos”, dice, indignada.

Sin pausa, el trabajo continúa para Irene Khan y Amnistía Internacional, una organización que cuenta con más de dos millones de miembros en todo el mundo.

Con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se ha abierto una vía para que las decisiones políticas imperantes se basen en un mayor respeto a los derechos humanos. “Pero todavía quedan muchos retos por delante”, dice Irene Khan. Retos para los que Amnistía Internacional reclama el apoyo de todos nosotros.