Iman Ahmad Jamas

AUTORA DEL TEXTO: ROSA MENESES

IRAK, 1956

“Harán falta muchos años para reconstruir Irak. Será muy difícil”

Periodista, traductora y escritora. En junio de 2003, creó y dirigió el Observatorio de la Ocupación en Irak, una iniciativa impulsada por organizaciones internacionales e iraquíes para informar sobre la ocupación estadounidense y sus efectos políticos, económicos y sociales, dando cuenta de los abusos y violaciones contra la población civil llevados a cabo por las tropas extranjeras. Pese a su importante trabajo de documentación y denuncia, el Observatorio se vio abocado al cierre en junio de 2004 debido a la inseguridad reinante en el país. Refugiada en España, recopiló cientos de testimonios de torturas y crímenes durante la ocupación estadounidense en el libro Crónicas de Irak, publicado en 2006. En abril de 2007 recibió en Córdoba el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado en reconocimiento a su labor.

Pueblo por pueblo, familia por familia, Iman Ahmad Jamas recorrió un Irak en guerra para recoger los testimonios de las víctimas de los desmanes de las tropas estadounidenses durante los primeros años de ocupación del país árabe. Mujeres violadas, familias rotas, refugiados cuyos hogares fueron destruidos, ancianos buscando a sus hijos desaparecidos. La guerra de Irak de 2003 y la posterior ocupación del país por parte las tropas estadounidenses hizo que la vida de esta periodista de profesión y de vocación diera un vuelco, ya que decidió dejarlo todo el día en que Bagdad cayó en manos de Estados Unidos. Quería “seguir al ejército ocupante y documentar sus crímenes”.

Para ello creó y dirigió el Observatorio de la Ocupación en Irak, una organización nacida para registrar y documentar las acciones y decisiones llevadas a cabo por Estados Unidos en materia de política, economía y derechos sociales y detectar abusos. Denunció la estrategia de la Administración Bush para desmantelar todo el tejido social iraquí. Su conclusión es que la invasión estadounidense no tenía como único objetivo derrocar al régimen de Sadam Husein, sino desmantelar todo el Estado, incluyendo sus instituciones y su cultura.

Pronto, los casos de violaciones contra los derechos humanos se convirtieron en el tema principal de sus investigaciones: bombardeos indiscriminados, asesinatos a sangre fría, allanamientos nocturnos, destrucción de hospitales e infraestructuras, detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, torturas, violaciones, saqueos, destrucción del patrimonio cultural y desplazamientos forzados de la población. Iman A. Jamas registró con nombres y apellidos a cada una de las víctimas de estas violaciones de los derechos humanos en sus ciudades y aldeas. Ella y sus colaboradores pusieron en peligro sus vidas para dar a conocer el sufrimiento de los más débiles. “Sorprendentemente, no teníamos miedo de nada”.

Irak se envolvía mientras en una espiral de violencia sin fin. Era una guerra de todos contra todos: la insurgencia suní, las células de Al Qaeda, los escuadrones de la muerte de los partidos chiíes y las tropas estadounidenses. La población civil quedó atrapada entre todos estos frentes. Entre 2003 y 2007, Irak se convirtió en el infierno. Un infierno que fue haciendo el trabajo del Observatorio cada vez más difícil. En junio de 2004, un año después de su creación, el centro de documentación tuvo que ser cerrado debido a las amenazas de muerte que recibieron Jamas y sus colaboradores.

Jamas continuó, pese a las dificultades, recogiendo testimonios, hablando con las víctimas, grabando los crímenes cometidos por las fuerzas ocupantes. Muchos casos fueron recogidos en un libro estremecedor, Crónicas de Irak, publicado en 2006. El libro hace especialmente visible el sufrimiento padecido por las mujeres en medio del conflicto. Mujeres solas, que han perdido a sus familiares, mujeres desplazadas forzosas, mujeres heridas y violadas o mujeres detenidas en las cárceles de las fuerzas estadounidenses y británicas. Jamas habla de los desaparecidos de cuyo paradero nada se sabe y cuyas familias se hunden en la desesperación como en un laberinto sin salida. Y describe su desasosiego en narraciones como ésta: “Una madre estaba tan desesperada que, cuando oyó que un amigo de su hijo había soñado que su hijo estaba enterrado en un determinado sitio, fue al lugar y estuvo cavando en las sepulturas sin encontrar nada”.

“Trabajar en ello fue muy difícil y peligroso. Por un lado, lo era porque nos desplazábamos a zonas bombardeadas, a bases militares, a áreas amenazadas. Pero también lo era porque los propios iraquíes se mostraban tan encolerizados y decepcionados que no creían que nada pudiera ayudarles. Yo iba a muchos sitios a preguntar a la gente sobre su situación, con mi cuaderno y mi cámara y algunos me increpaban. No veían que hacer pública su historia fuera a ayudarles cuando su necesidad más inmediata eran medicinas, alimentos o una casa”, recordaba sobre su trabajo en el Observatorio en una entrevista.

El trabajo de recopilación de los abusos de los derechos humanos realizado incansablemente por esta escritora y traductora, licenciada en Literatura por la Universidad de Bagdad, ha sido reconocido en España. En abril de 2007, Jamas recibió en Córdoba el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, en honor del periodista español muerto poco antes de la caída de Sadam Husein, mientras cubría el conflicto. En el gremio desde 1977, Jamas denuncia los riesgos que corren los periodistas de su país. Según sus cálculos, entre 2003 y 2007 han muerto en Irak más de 200 periodistas iraquíes. “Ellos son los que trabajan en las zonas peligrosas y recogen la información que les compran las agencias y los periodistas empotrados, desde los hoteles de la ‘Zona Verde’ de Bagdad”, afirma.

Desde agosto de 2006 vive refugiada en España con sus dos hijas a la espera de poder volver a un Irak por fin libre y en democracia. Mientras, tiene una visión pesimista del futuro: “Irak necesitará muchos años para reconstruirse. Todo está destruido. El propio Estado, las leyes, las instituciones, los servicios públicos, las infraestructuras… Tras trece años de sanciones y la ocupación [de Estados Unidos], el país está muy dañado; la estructura social ha sido desmantelada… Harán falta muchos años para reconstruirlo todo. Será muy difícil”.