Graça Machel

AUTORA DEL TEXTO: LAURA ALONSO CANO

MOZAMBIQUE, 1946

“La decisión más importante que la humanidad podría tomar hoy es la de transformar la Declaración de los Derechos del Niño en una realidad universal”

Licenciada en Filología Germánica por la Universidad de Lisboa (Portugal). Secretaria de Estado de Educación y Cultura durante 1983-89. Presidenta de la Comisión de Estudios de las Naciones Unidas sobre el Impacto de los Conflictos Armados en la Infancia de 1994-1998. En 1998 fue nombrada delegada de UNICEF y presidenta de la Comisión Nacional de la UNESCO. También preside “Gavi Fund Board”, órgano que financia la “Global Alliance for Vaccines and Immunication” (GAVI) y la “Fundaçao para o Desenvolvimiento da Comunidade” (FDC). Es promotora y miembro de “The Elders” junto con su actual esposo, Nelson Mandela. Fue galardonada en 1995 con la Medalla Nansen por las Naciones Unidas por sus trabajos en defensa de los derechos humanos y de la infancia. En 1998 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional junto a Fatiha Boudiaf, Rigoberta Menchú, Fatana Ishaq Gailani, Somaly Mam, Emma Bonino y Olayinka Koso-Thomas por su trabajo en defensa y por la dignidad de la mujer. En 2008 fue investida doctora honoris causa por la Universidad de Barcelona.

Una niña camina con un cuaderno entre los brazos, hoy aprenderá nuevas palabras con las que agrandar su mundo. Como ella, en muchos lugares, todos los días, niños y niñas van a la escuela. Pero no todos, para millones de niños en nuestro planeta es una utopía: los conflictos armados, la pobreza y la discriminación derriban a menudo los puentes hacia un mundo mejor. Podríamos decir que Graça Machel ha dedicado su vida a reparar esos puentes hacia la esperanza, por los que todos debiéramos transitar de la infancia a la edad adulta, siempre arropados por el cálido tejido de los derechos, camino de una vida plena y libre.

Cuando en 1973 Graça Simbine regresó de Portugal, tras estudiar en la Universidad de Lisboa, comenzó a trabajar como maestra en Mozambique. Su país sufría los últimos años bajo dominio portugués. Fue entonces cuando Graça Machel entró a formar parte del Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO), de ideología marxista, que desde 1962 defendía la independencia. En 1975 contrajo matrimonio con Samora Machel, líder del movimiento, meses antes de la declaración de independencia y de su nombramiento como Presidente de Mozambique.

En un contexto de grandes dificultades sociales, económicas y políticas, la creciente implicación de Graça Machel en las necesidades educativas de su país hizo que en 1983 ocupara la Secretaría de Estado de Educación y Cultura. Durante seis años lideró un esfuerzo educativo sin precedentes, logrando que la tasa de escolarización infantil, del 40% en 1975, alcanzara el 90% de los niños y del 75% de las niñas en 1989, cuando finalizó su mandato.

Años antes, en 1986, el Presidente Samora Machel sufrió un accidente mortal cuando viajaba en avión. Intereses políticos pudieron estar detrás del trágico suceso.

Tras los esperanzadores resultados que propiciaron las reformas educativas de Graça Machel, y una vez retirada de la política activa de su país, en 1994 fue nombrada por el Secretario General de las Naciones Unidas, Butros-Ghali, presidenta de la Comisión de Estudios de las Naciones Unidas sobre el Impacto de los Conflictos Armados en la Infancia.
Fruto de un intenso y valiente trabajo, en 1996, Graça Machel presenta el histórico informe Repercusiones de los conflictos armados sobre los niños (A/51/306 y Add.1), más conocido como el Informe Machel. Desde su estrado detalló a la Asamblea General de las Naciones Unidas los horrores que sufre la infancia en un contexto de guerra y exhortó: “Nosotros no podemos abandonar a nuestros preciados hijos. Ni uno más, ni un día más. El impacto de los conflictos en nuestros hijos es responsabilidad de todos y nos concierne a todos”.

Su certero análisis nos muestra aspectos que en las últimas décadas han transformado radicalmente los conflictos armados: “Se ha hecho más fácil reclutar a niños como soldados debido a la proliferación de armas ligeras de bajo costo. Anteriormente, las armas más peligrosas eran o bien pesadas o muy complejas, pero ahora algunos fusiles son tan livianos que hasta los párvulos pueden acarrearlos y tan sencillos que un niño de 10 años puede desarmarlos y volverlos a armar. El comercio internacional de armamentos ha creado fusiles de ataque baratos y de fácil adquisición, de modo que las comunidades más pobres tienen ahora acceso a ciertas armas mortíferas capaces de transformar cualquier conflicto local en una masacre sangrienta. En Uganda, puede comprarse una ametralladora automática AK-47 por el precio de una gallina, y en el norte de Kenia cuesta lo mismo que una cabra”.

En palabras de Graça, “los conflictos armados matan y mutilan a más niños que soldados”, esta dolorosa realidad no encuentra inflexión desde principios del siglo XX y se sustenta en múltiples y complejas razones entre las cuales están la pobreza, la desestructuración familiar, los éxodos y los abusos de poder.

Pero ella también nos recuerda que “la preocupación por los niños nos ha llevado a una norma común alrededor de la cual podemos congregarnos. En la Convención sobre los Derechos del Niño el mundo cuenta con un instrumento incomparable, que ha sido ratificado por casi todos los países. La decisión más importante que la humanidad podría tomar hoy es la de transformar la ratificación universal de esta Convención en una realidad universal”. Para Machel “los niños son a la vez nuestro motivo para luchar a fin de que desaparezcan los peores aspectos de la guerra, y nuestra mayor esperanza de tener éxito en ello”.

Una de las grandes aportaciones de este informe es que ha constituido la base de importantes iniciativas que en los últimos años ha llevado a cabo el Representante Especial del Secretario General de la ONU para la Cuestión de los Niños y los Conflictos Armados en colaboración con UNICEF y otras entidades de las Naciones Unidas, Gobiernos, organizaciones regionales y ONG. En el último decenio se han registrado grandes avances, como los Protocolos Facultativos (2000), los programas de desmovilización y reintegración para los niños y el enjuiciamiento en tribunales internacionales de autores de crímenes.

Cuando nos dice “queda mucho trabajo por hacer en el mundo en el que vivimos”, advertimos que no deja espacio para la complacencia. Su trabajo y sus preocupaciones siempre van a la raíz: “Mil millones de personas sobreviven con menos de un dólar al día, más de dos millones de niños mueren antes de cumplir cinco años a causa de enfermedades que se pueden prevenir y más de mil millones de personas son analfabetas, dos tercios de las cuales son mujeres”. Sus palabras no sólo denuncian, también abrigan nuestra esperanza cuando le oímos decir que “serán las mujeres africanas las que saquen el continente adelante”.

La salud, el acceso de los niños a programas de vacunación en los países con menos recursos, la erradicación de la pobreza, la potenciación a escala local de las capacidades de la población más desfavorecida y, en especial, la educación de las mujeres son en la actualidad sus prioridades. En sus propias palabras: “El significado de mi vida desde que era joven ha sido luchar por la dignidad y la libertad de mi gente”.