Gertrude Mongella
AUTORA DEL TEXTO: CARMEN CORREDOR
TANZANIA, 1945
Es la primera presidenta del Parlamento Panafricano, creado en 2004. Figura internacional de gran influencia y prestigio, esta veterana política, feminista, profesora y madre, es una convencida defensora de que el futuro del continente pasa por el desarrollo económico de sus mujeres, que tienen que ocupar puestos de decisión. En 1995 presidió la IV Conferencia de la Mujer en Pekín. Desde entonces se la conoce como “Mamá Beijing” (“Beijing” significa “Pekín” en inglés).
“Las mujeres siempre han estado al lado de los hombres en la lucha por abolir la esclavitud, liberar a los países del colonialismo, desmantelar el apartheid y lograr la paz. Ha llegado la hora de que los hombres se unan a las mujeres en su lucha por la igualdad”. Gertrude Mongella pronunció estas palabras como secretaria general de la de la IV Conferencia Internacional de Naciones Unidas sobre la Mujer que se celebró en Pekín en 1995.
Su larga experiencia en la vida política aseguró el éxito del encuentro. Desde entonces es conocida internacionalmente como “Mamá Beijing”. Aunque en un principio se mostró reticente a que la Conferencia se celebrara en China, por la violación constante a los derechos humanos de ese país, luego aseguró que “una de cada seis mujeres en el mundo es china. Y este encuentro es sobre las mujeres, no sólo para las mujeres”. Presidir la Conferencia fue para ella no sólo un reto personal, “sino un honor para sus hermanas de África”.
Gertrude Mongella es una convencida de que su continente tiene que encontrar vías de ayudarse a sí mismo y hablar con una sola voz. Y que las mujeres africanas deben participar, ocupar puestos donde se tomen decisiones para que África se desarrolle y tenga estabilidad pacífica. “El desarrollo de África pasa por la toma de conciencia y el incremento del poder económico de sus mujeres”. Y argumenta: “Son las africanas las que trabajan durante todo el día para sostener a sus familias. Por eso, si damos la tecnología a las mujeres, cambiarán actividades como la agricultura. Si educamos a las mujeres, estaremos educando a las personas que llevan el peso del desarrollo”.
Enérgica, alegre y expresiva, Gertrude lleva más de 30 años dedicada a la defensa de estos principios. Desde entonces ha ocupado cinco carteras ministeriales distintas en su país. Defensora por todo el mundo de la igualdad de derechos de la mujer, especialmente en los países en desarrollo, creó en Tanzania la organización no gubernamental Advocacy for Women in Africa (Apoyo para las Mujeres en África).
“Estoy dispuesta para cualquier tarea”, ha dicho en reiteradas ocasiones esta mujer negra y africana que es hoy una de las figuras internacionales más respetadas y con más prestigio. Ha pertenecido al Grupo de Trabajo Regional sobre Salud Reproductiva de la Organización Mundial de la Salud, ha sido miembro del Consejo de la UNESCO y ha formado parte del equipo de observadores de la Organización para la Unidad Africana en las elecciones de Zimbawe.
Entre sus galardones está el Premio Martin Luther King y el Premio Delta de Entendimiento Global, por su dedicación a promover la comunicación y las relaciones pacíficas entre personas de distintos intereses, forma de pensar, género y etnias.
Pero, para esta mujer conocida por su habilidad para el consenso y el diálogo entre los políticos de todas las ideologías y de los dos sexos, tal vez, el reto más importante llegó en 2004 cuando la eligieron la primera persona en presidir el nuevo Parlamento Panafricano. De momento es sólo un órgano consultivo que analiza los problemas y formula recomendaciones a los países. Pero el objetivo de Mongella es que África hable con una sola voz y tenga como interlocutores a instituciones como el Parlamento Europeo. Los desafíos que tiene ante sí no son pocos: guerras civiles, violencia, pobreza, sida, emigración.
“Si te propones ser una dirigente, tienes que tener claro lo que quieres y lo que puedes resistir”, ha dicho con firmeza. “Debes marcarte unos principios, saber qué principios son los que merecen la pena. Y a esto, añadirle sacrificio. Un dirigente necesita mucho sacrificio, personal y público”.
El primer asunto que abordó el Parlamento Panafricano fue la crisis de Darfur. En la resolución de los conflictos armados del planeta, la estrategia de Mamá Mongella —como también es llamada— es contar, igualmente, con las mujeres. En 1996, en el Foro del Liderazgo de Mujeres por la Paz en Johannesburgo, ya lo avanzaba: “Desde que todos reconocemos que las mujeres son víctimas de las guerras, debemos, directamente, involucrarlas en los procesos de paz para que con su sabiduría y compasión resuelvan los conflictos antes de que acaben en verdadera brutalidad. Hay, todavía, en África, muchos conflictos que excluyen a las mujeres”.
Cuando todavía no se vislumbra ni una ligera luz en medio de la sombra en muchos problemas, surgen otros, sobre todo en África: el último, el descalabro financiero mundial, está creando una terrible crisis alimentaria en el continente negro.
En el III Encuentro África-España Mujeres por un Mundo Mejor, que reunió en Níger en mayo de 2008 a dirigentes de distintos países, entre ellas, la vicepresidenta primera de Gobierno de España, Gertrude Mongella dio la voz de alarma: “Si las mujeres se mueren, se muere África. Ellas comen las últimas y si hay poca comida se la ofrecen a los hombres y a los niños”. Todas las voces se unieron a la de la presidenta del Parlamento Panafricano y defendieron que “las mujeres africanas deben ocupar espacios en la vida pública para liderar la lucha contra la pobreza y la crisis alimentaria con el objetivo de avanzar en el combate contra la discriminación y la desigualdad social”.