Elena Milashina

 

RUSIA – 1977

Autor del texto: Mario Pavón Domingo

 

“Solo hemos logrado poner esta realidad bajo los focos, no detenerla”

Elena Milashina es una periodista rusa especializada en Chechenia. En sus artículos denunció las violaciones de Derechos Humanos que se producían en el territorio, especialmente hacia las personas LGBTI. Sus últimos trabajos se centraron en la denuncia sobre la forma en la que el gobierno regional estaba tratando a las personas infectadas de Covid-19. Por todo ello recibió numerosos reconocimientos internacionales en la defensa de los Derechos Humanos. A principios de febrero de 2022, Elena tuvo que huir de Rusia debido a las amenazas que estaba recibiendo por parte del líder checheno.

 

Nacida en 1977, Elena Milashina estudió periodismo en la Universidad Estatal de Moscú. Su interés por la investigación la llevó a compaginar sus estudios con su trabajo. En 1997, Elena comenzó a trabajar como reportera y periodista en el diario independiente ruso, Nóvaya Gazeta, cuyo director fue Premio Novel de la Paz. Su investigación sobre el desastre del submarino nuclear de Kursk le llevó a recibir el premio Golden Pen of Russia de la Unión de Periodistas de Rusia. Su trabajo periodístico está enfocado en la corrupción, las violaciones de los Derechos Humanos en el norte del Cáucaso y Chechenia, en los asesinatos de Anna Politkovskaya y Natalya Estemirova, y el conflicto en Osetia del Sur.

 

Anna Politkovskaya fue una de sus mentoras, de ahí su futuro interés en dar voz a su asesinato. Anna era una periodista rusa nacida en Estados Unidos, con ascendencia ucraniana. Era activista por los Derechos Humanos, y opositora del conflicto checheno y de las políticas de Vladimir Putin. Las denuncias ante los secuestros y asesinatos de periodistas y trabajadores humanitarios durante la Segunda Guerra Chechena, provocaron que fuese sometida a una ejecución simulada por parte de las autoridades rusas, siendo asesinada en 2006 en su apartamento. Elena Milashina investigó sobre este asesinato para denunciar a los abusos de las fuerzas de seguridad rusa, y el acoso a los defensores de los Derechos Humanos en el territorio.

 

Especializada en Chechenia, Elena se dedicó a denunciar el trato que las personas LGBTI sufrían en el territorio en el diario Nóvaya Gazeta. Sus reportajes tuvieron un gran impacto internacional, al visibilizar las realidades que se vivían en la región. Denunciaron que las personas que pertenecían al colectivo eran detenidas, torturadas y humilladas por las fuerzas de seguridad chechenas. Incluyó en sus reportajes que Chechenia puso en marcha campos de concentración para homosexuales. Calificó incluso de genocidio la situación que se estaba viviendo contra el colectivo LGBTI en la región.

 

Las repercusiones internacionales aumentaron la presión sobre la Federación Rusa en lo relativo a la protección de los Derechos Humanos en Chechenia. Así, Putin se reunió con el presidente checheno para tratar la situación. Putin prometió, mediante un anuncio televisado, comprometerse a investigar esas violaciones de derechos fundamentales.

 

 

La denuncia de esos tuvo graves consecuencias para ella, que recibió amenazas y hostigamientos. En 2012, fue agredida en Moscú, y tres años después recibió amenazas de muerte. Los ataques hacia ella continuaron, siendo agredida y golpeada en un hotel de Gozni por un grupo de personas en febrero.

 

Sin embargo, estas amenazas no hicieron que dejara su trabajo como periodista y activista. Así, en abril de 2020, Elena publicó un artículo llamado “Morir de coronavirus es un mal menor”, en el que denunciaba el trato del gobierno checheno a las personas infectadas por la Covid-19. En este artículo explicaba como el presidente equiparó a las personas infectadas con los terroristas, pidiendo incluso que se tomaran medidas contra ellas. El resultado de estas acusaciones a los infectados, según denunció Elena, es que ellos comenzaron a ocultar la enfermedad por miedo a las represalias, llegando incluso a morir en casa para no buscar una cura.

 

Del mismo modo, denunció también las detenciones masivas que se seguían produciendose en el territorio pese a la emergencia sanitaria. Así como la actitud del presidente checheno, Ramzan Kadyrov, que celebraba fiestas fuera de su residencia mientras la población intentaba sobrevivir a los efectos de la pandemia.

 

La publicación de este artículo tuvo una respuesta inmediata y fue acusada de estar influenciada por Occidente. Las amenazas aumentaron, llegando incluso a amenazarla con la muerte. La Fiscalía General rusa se alineó con el líder checheno, ordenando retirar el artículo al considerar que la información que contenía no era verídica.

 

Ante el grado de esas amenazas por parte del presidente checheno Ramzan Kayrov, a principios de febrero de 2022, Elena decidió abandonar Rusia. El presidente la calificó de terrorista, advirtiendo que las autoridades del territorio “siempre liquidan a los terroristas y a sus cómplices”. Sin embargo, no estar en su país de origen no ha supuesto para ella acabar con su trabajo en la defensa de los derechos humanos, pues continúa trabajando desde el extranjero.

 

Su incansable trabajo en visibilizar las violaciones de los derechos humanos en la región ha sido reconocido internacionalmente. En este sentido, en 2019 recibió el título de Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad de Bruselas para conmemorar el Día Mundial de la Libertad de Prensa. En 2009 recibió el Premio Alison Des Forges de la organización Human Rights Watch por su activismo extraordinario. También recibió el Premio Internacional para Mujeres con Coraje en 2013 como reconocimiento a su labor como defensora de los Derechos Humanos.

 

Desde el periodismo, Elena Milashina se ha dedicado a la defensa de los derechos humanos, denunciando la situación que se vive en Chechenia. Su investigación se centró en exponer la violencia que sufren las personas LGBTI en la región, sometida a torturas y humillaciones por las autoridades. A ello se le suman denuncias ante la falta de ayuda sanitaria de la administración chechena a su población, y a investigaciones sobre el asesinato de otras periodistas activistas en la defensa de los Derechos Humanos. Elena, como otras mujeres y periodistas, ha tenido que sufrir amenazas en propia persona por defender unos derechos fundamentales para cualquier ser humano. Su trabajo sirve para alzar la voz ante las injusticias, y tratar de crear a través de esas denuncias un mundo en el que la igualdad sea un pilar básico.