Elena Caffarena

 

CHILE – 1903-2003

Autora del texto: Daniela María Cerrato Pérez

 

Mis estudios de derecho me convencieron de la inferioridad legal de la mujer. La necesidad de poner fin a esta discriminación me convirtió en feminista

Elena Caffarena, reconocida abogada y jurista chilena del siglo XX, llevó a cabo una férrea lucha por la emancipación y el derecho al voto de las mujeres de su país. Además, estuvo muy comprometida con la lucha por los derechos de la clase obrera, así como por la defensa jurídica, social y médica de las víctimas de la dictadura chilena. Gracias a su destacada inteligencia y su gran sensibilidad hacia la injusticia social, Elena se convirtió en uno de los personajes públicos más importantes de Chile.

Hija de inmigrantes italianos, Elena Caffarena nació en la ciudad de Irique, el 23 de marzo de 1903. No obstante, durante su adolescencia, la familia tomó la decisión de emigrar a Santiago. Allí ubicaron un pequeño taller dedicado a la confección de calcetines y medias en el cual Elena participaba habitualmente, intercalando así el trabajo familiar con sus estudios secundarios.

A comienzos de los años veinte, Elena ingresó en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Durante ese tiempo, la joven fue introduciéndose de forma paulatina en talleres voluntarios destinados a la educación de obreros y obreras. En uno de esos talleres conoció a Luis Emilio Recabarren, líder sindical y político que motivó aún más su interés y convicción por la lucha a favor de la igualdad de derechos, unos derechos que atendieran, sobre todo, a los más desfavorecidos. Finalmente, en 1926, Elena Caffarena obtuvo el título de abogada con distinción máxima, convirtiéndose así en una de las primeras profesionales del derecho en Chile.

Su tesis, El trabajo a domicilio. Enriquecimiento sin causa a expensas del otro, en el Código Civil Chileno, mostraba que el trabajo de cientos de mujeres costureras, lavanderas o criadas, a pesar de conllevar enormes esfuerzos, no se correspondía con un salario y unas condiciones de vida adecuadas. Con ello, Elena ya dejaba entrever el gran interés y esfuerzo que seguiría mostrando años más tarde a favor de los derechos de las mujeres.

En el año 1929 se casó con Jorge Jiles, abogado al que ya había conocido durante experiencia universitaria y con el que tuvo tres hijos. Sin embargo, aunque las normas sociales de la época relegaban a las mujeres al cuidado del hogar una vez que contraían matrimonio y formaban una familia, Elena decidió seguir trabajando y luchando por lo que más le apasionaba: la defensa de los derechos de las mujeres y la obtención del voto femenino. Al fin y al cabo, durante su experiencia universitaria, la abogada había tomado gran consciencia sobre la enorme inferioridad de las mujeres respecto a la ley. De hecho, Elena anunció unas palabras que lo dejaron claro y que se han convertido en grandes impulsoras de la lucha feminista: «Mis estudios de derecho me convencieron de la inferioridad legal de la mujer. La necesidad de poner fin a esta discriminación me convirtió en feminista.»

Así pues, en 1931, la abogada formó, junto a Amanda Labarca, la “Asociación de Mujeres Universitarias”, actuando como delegada de tal asociación. También formó la “Federación de Instituciones Femeninas” (FECHIF) y el “Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena” (MEMCH), agrupaciones que jugaron un papel clave en lo que tuvo que ver con la obtención del voto femenino. Sin embargo, tal y como afirmó la propia abogada, el “objetivo no terminaba en obtener el derecho a concurrir a un acto electoral y manifestar una preferencia. Era también el derecho a ser candidatas, a ser elegidas, a expresar directamente las necesidades de las mujeres, además de ampliar la base de la democracia en Chile que estaba reducida, por lo menos, a la mitad”.

Gracias al enorme trabajo realizado por parte de todas estas formaciones, el presidente Pedro Aguirre Cerda, en 1938, encargó a Elena Caffarena y a Flor Heredia redactar el proyecto de ley que permitiera el voto femenino en el país. No obstante, la muerte del presidente impidió que dicho proyecto se materializara en realidad. Hubo que esperar hasta 1949 para que el presidente Gabriel González Videla aceptarse firmar el documento que otorgaba el derecho a voto a la mujer.

A pesar de la lucha y el gran trabajo realizado por la abogada, esta no fue invitada a la ceremonia de celebración. La Ley Maldita que promulgó el presidente conllevaba la persecución de los miembros del Partido Comunista y, además, proscribía el derecho al voto de los votantes de tal partido. Sin embargo, aunque la simpatía de Elena se dirigía a la izquierda, en ningún momento se adhirió al Partido Comunista. Las razones radicaban más bien en la militancia de su marido.

Este hecho afectó enormemente a Elena. Ella misma lo dejó entrever afirmando, con gran resignación, que “cuando se aprobó el voto femenino y se hizo un acto solemne al que asistieron el presidente de la República, Gabriel González Videla, sus ministros y otras muchas personalidades, las miles de mujeres que habíamos propuesto la promulgación de la ley y que habíamos luchado dos décadas por ella, no fuimos invitadas. Lo celebramos cada una en su casa, con nuestros hijos y nuestros maridos, trabajando como todos los días y soñando con un futuro más justo”. No obstante, la obtención del derecho al voto femenino fue un logro que la motivó a continuar con su deseada lucha, incluso viviendo, posteriormente, bajo la dictadura de Augusto Pinochet.

Durante los años que permaneció el régimen en el país, Elena siguió coordinando y participando en las acciones feministas. Su casa se llegó a convertir en un centro de reuniones y operaciones de mujeres, independientemente de los riesgos que este tipo de prácticas conllevaban en aquella época.

Su incansable y arriesgada lucha feminista ha sido destacada por numerosas académicas y expertas. Carolina González, por ejemplo, considera que Elena Caffarena sirvió para demostrar que el feminismo es un movimiento colectivo y multidimensional por el que no se puede dejar de luchar. Por su parte, la historiadora Ariadna Biotti afirma que es muy importante destacar el trabajo de Elena, sobre todo, porque hace ver que las luchas feministas no son actuales, sino que tienen un importante recorrido histórico.

Sin embargo, durante la dictadura, Elena también destacó por su incansable lucha en relación a los derechos de los trabajadores y de los más desfavorecidos. En este sentido, fue una de las fundadoras del Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU) y de la Fundación para la Protección de la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (PIDEE), las cuales tenían como objetivo principal proporcionar ayuda y protección a las víctimas del régimen de Pinochet, así como a sus familias.

Elena Caffarena murió el 19 de julio del 2003. La abogada dejó tras de sí 100 años de lucha feminista, una lucha caracterizada por su carácter obrero y multidimensional que planteó una curiosa e importante relación entre la emancipación de las mujeres y el cambio de la estructura social hasta entonces conocida. Debido a ello, homenajear a la feminista inagotable y más importante de la historia de Chile se vuelve algo de urgente necesidad.