Domitila Barrios

AUTORA DEL TEXTO: ROSA SALGADO

BOLIVIA, 1937

“Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos dentro”

Es una de las primeras mujeres líderes de los movimientos mineros de Bolivia. Desde el año 1963 participó en el Comité de Amas de Casa de la comunidad minera Siglo XX, que se enfrentó a las fuerzas represivas de distintos Gobiernos dictatoriales. En el año 1975 representó a Siglo XX en la Tribuna del Año Internacional de la Mujer, organizada por Naciones Unidas en México. Su participación tuvo repercusión internacional. En el año 2007, el Gobierno le entregó la Medalla al Mérito Democrático por su contribución al restablecimiento de la democracia en Bolivia, tras más de 20 años de dictaduras.

Domitila Barrios de Chungara, mujer, indígena, ama de casa, trabajadora, es una luchadora tenaz por los derechos de su pueblo. Activista en lo cotidiano, tiene el coraje de dar a conocer la explotación de los trabajadores bolivianos y una voluntad inquebrantable a la hora de pedir justicia.

Bolivia tiene un patrimonio natural, petróleo, gas, zinc, estaño, hierro, oro, con el que se han hecho inmensas fortunas que tradicionalmente han salido fuera del país. Las grandes multinacionales se han llevado la riqueza a costa de la miseria de sus propietarios por derecho. La inversión en mejorar las condiciones de los trabajadores es una deuda histórica. Hace ya muchos años, Domitila se preguntaba que “si Bolivia es un país tan rico en materias primas, ¿por qué es un país de tanta gente pobre? ¿Y por qué su nivel de vida es tan bajo en comparación con otros países de América Latina?”.

Su activismo y su compromiso le dieron la respuesta: “Bolivia se halla sometida a las empresas transnacionales que controlan la economía de mi país. A pesar de que somos tan poquitos habitantes, esta riqueza no nos pertenece, hay muchos que se han vuelto ricos pero invierten toda su plata en el extranjero”.

En Siglo XX, el campamento minero donde vivió Domitila, no había agua corriente y sólo disponían de electricidad algunas horas. En una sola habitación de cuatro o cinco metros cuadrados vivían nueve personas, sin baño, sin ducha, sin una vida digna de seres humanos. Los niños podían morir aplastados en las colas para conseguir un poco de carne, escasa en los campamentos mineros y utilizada como medida de presión para hacer claudicar a los mineros cuando planteaban reivindicaciones. Las mujeres trabajaban jornadas de 20 horas diarias para cuidar de toda la familia además de emplearse en otras actividades para aumentar la escasa paga minera: “La primera batalla a ganar es dejar participar a la compañera, al compañero y a los hijos en la lucha de la clase trabajadora para que este hogar se convierta en una trinchera infranqueable para el enemigo”.

El Comité de Amas de Casa Siglo XX, del que Domitila fue parte activa y representante, estaba organizado igual que el Sindicato de Mineros y formaba parte de la Federación de Trabajadores Mineros y de la Central Obrera Boliviana. La participación de las mujeres en la realidad de la comunidad minera y en la política era para Domitila parte de un todo: “Si la mujer está politizada, si ya tiene formación, desde la cuna educa a sus hijos con otras ideas y los hijos serán otra cosa”.

Domitila representa a mujeres anónimas, silenciadas casi siempre (algunos maridos las pegaban al volver de una reunión del Comité) que han defendido los derechos de los trabajadores y que han pedido medicinas y comida para no morir de hambre de frío y de enfermedades evitables. La propia Domitila tuvo una hermana que murió porque hambrienta comió restos que se encontró en una basura que contenía ceniza de carburo. Mientras, “los señores del estaño” continuaban enriqueciéndose: “la burguesía siempre ha sido brutal, mentirosa y ladrona”.

En junio del año 1967 sonó la sirena en Siglo XX: “Bien-bien fuerte. Dicen que era de un barco”… “¡Cuántas cosas vimos esa noche!”. El dictador René Barrientos envío a las comunidades mineras de Catavi y Llallagua unidades militares para reprimir las reivindicaciones de los trabajadores, era la noche de San Juan: “El ejército planificó todo. Entraron como civiles. Bajaron, metieron bala a todos los que encontraron en su camino. ¡Fue algo terrible, terrible!”.

Miles de personas murieron, entre ellas muchos niños y niñas. Domitila no perdió la palabra y denunció: “No es justo lo que han hecho con nosotros. Si el Gobierno mismo nos ha quitado nuestro salario y lo único que pedimos, es lo que en justicia nos corresponde…Y que nos maten así, no es justo. ¡Cobardes!”:

Dos días después se la llevaron junto a su hija de dos años y la metieron en una cárcel de La Paz. En esta ocasión salió ilesa pero meses más tarde fue de nuevo detenida. Las torturas se llevaron parte de sus dientes y la vida de un hijo al que su cuerpo no pudo contener en su interior y decidió nacer entre palizas y golpes. La acusaron de ser enlace de la guerrilla del Che que en esos años actuaba en Bolivia.

El Gobierno de Hugo Banzer primero intentó la extorsión pero Domitila una vez más eligió seguir luchando con su comunidad y por ella. Era el año 1978, Banzer prohibió los partidos políticos y los sindicatos. Los trabajadores protestaron y se enfrentaron a la represión con unidad y huelga; cuatro mujeres y una veintena de niños comenzaron una huelga de hambre a la que se unirían posteriormente miles de personas en muchas ciudades y pueblos de Bolivia. La dictadura de Hugo Banzer cayó pero en 1980 otra dictadura, la de García Meza, condujo a Domitila al exilio a Suecia y a México, país donde había estado cinco años antes invitada por Naciones Unidas a participar en la Tribuna del Año internacional de la Mujer. Para Domitila fue una experiencia de vida donde comprendió que su sabiduría procedía de su pueblo y de su lucha milenaria. Su discurso no coincidía con aquellas nuevas corrientes feministas occidentales: “No veían cómo nuestros compañeros están arrojando sus pulmones trozo más trozo en charcos de sangre. No sabían lo que es levantarse a las cuatro de la mañana y acostarse a las 12 de la noche solamente para dar cuenta del quehacer domestico, debido a la falta de condiciones”.

Doña Domi, como la llaman algunos, volvió a Bolivia y ha seguido enfrentándose a los que han querido acabar con el movimiento minero, como los que aprobaron el decreto 21060 que puso en la calle, sin casa y sin trabajo, a todos los habitantes de Siglo XX.

Domitila Barrios de Chungara reflexiona a los 72 años y piensa que se ha conseguido poco o nada después de más de un siglo de pelear contra los patronos nacionales y extranjeros, pero al mismo tiempo espera que la injusticia no sea eterna.