Claudia López

AUTORA DEL TEXTO: MERCÈ RIVAS TORRRES

COLOMBIA, 1970

“Hace falta acción política individual y colectiva, nacional e internacional, para denunciar, desmontar y deslegitimar la toma criminal del poder político en Colombia”

Estudió Finanzas y Relaciones Internacionales en Bogotá y en la Universidad de Columbia en los Estados Unidos. Ha sido consultora del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y trabaja por la paz desde el Observatorio del Conflicto Armado que pertenece a la ONG Corporación Nuevo Arco Iris. Ha dedicado su vida personal y profesional a trabajar por la paz en su país.

“Mi aporte personal por la paz es investigar y analizar independientemente el conflicto armado y sus consecuencias, pero desgraciadamente en Colombia no hay garantías para hacer eso”, afirma esta mujer de gran formación académica, que en su día a día tiene que llevar escolta para su seguridad. “Guerrilleros, paramilitares y mafiosos y también algunos agentes estatales intimidan y asesinan a quienes los denunciamos. Quienes trabajamos sobre el conflicto armado colombiano estamos amenazados por todos los lados”, asegura. “El nivel de intolerancia y de amenaza armada es el mayor obstáculo que tenemos quienes trabajamos por la paz en Colombia”.

Se vinculó a la paz cuando diversos estudios mostraron que la guerrilla había abandonado su carácter político y había emprendido un camino militar y mafioso. Asimismo “el narcoparamilitarismo” logró a partir del narcotráfico y el tráfico armas adquirir un enorme poder. “La guerrilla”, asegura Claudia López, “ha engañado sistemáticamente a la sociedad y al Estado colombiano cuando se han abierto procesos de diálogo y negociación. Cada vez degrada más la guerra y ataca a civiles inermes: los secuestros, las minas y los ataques indiscriminados a poblaciones así lo demuestran”.

“Lo más difícil para lograr la paz es convencer a millones de ciudadanos y a las élites políticas y económicas de que renuncien a usar ejércitos y la seguridad privada e ilegal (sicarios, paramilitares, autodefensas) y opten por fortalecer el Estado y la fuerza pública para obtener seguridad”, opina esta mujer dedicada a analizar conflicto para alcanzar la paz. “Mientras una parte sustancial de la sociedad legitime el uso de la violencia es muy difícil parar la escalada del conflicto armado. Y eso no se va a obtener en una mesa de negociación con los paramilitares o la guerrilla, sino con un proceso pedagógico, ciudadano y político de convencer a las mayorías sociales y políticas de que opten y se comprometan por la legalidad y la legitimidad”.

Considera que su mayor logro es haber contribuido a desvelar la “parapolítica”, es decir, los vínculos y pactos que construyeron paramilitares, narcotraficantes y políticos para tomar o mantenerse en el poder y usarlo en su propio beneficio.

Claudia aspira a morir de forma natural y no por la acción armada e intolerante y quiere aprender “mejores métodos y técnicas que nos permitan entender cómo podemos cerrar los espacios del conflicto armado y abrir las posibilidades de la paz”. Comenta que la frase con la que más se siente identificada es con la del artículo 40 de la Constitución colombiana de 1991, que dice: “Todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político”. Y añade orgullosa: “Y a eso es a lo que me dedico”. Claudia considera que hay que saber qué pasó en la guerra, quiénes son sus responsables, cómo se ha desarrollado, cuáles son sus crímenes, quiénes son sus víctimas, qué consecuencias trajo el conflicto a sus vidas. “Esas preguntas son vitales para nuestra democracia y el logro de la paz, pero de forma muy especial para las víctimas y las futuras generaciones”, afirma.

La ONG para la que trabaja, Corporación Nuevo Arco Iris, tiene por objetivo contribuir a la construcción de un nuevo orden social en el que prevalezcan la paz, el respeto a la diferencia, la equidad y la justicia social mediante estrategias de intervención en el ámbito del desarrollo humano, social, político, cultural, económico y ambiental. Claudia opina que las organizaciones sociales han sido testigos de excepción de la tumultuosa vida social y política colombiana y del conflicto armado: “Han conocido y padecido los horrores de la guerra, han visto de frente la cara de las víctimas, han sido ellas mismas víctimas”. Y añade: “Ven en temas como la paz, la guerra, el conflicto social y político y los derechos humanos rostros, tragedias propias y ajenas pero estrechamente vinculadas a su razón de ser”. No hay que olvidar que el conflicto armado sigue forzando a una gran cantidad de personas a ser desplazados internos y ha hecho que muchos colombianos hayan tenido que huir del país pidiendo asilo político.

Las bandas armadas surgidas en Colombia tras el desarme de los paramilitares de ultraderecha están conformadas por unos 10.200 efectivos que tienen el control de una cuarta parte del país y operan especialmente al servicio del narcotráfico, según muestra un estudio privado conocido por la AFP (Agencia France Presse).

“La realidad es que a mayo de 2008, 77 congresistas estaban involucrados en la llamada “parapolítica”, de los cuales sólo 28 están presos. Y el 90 % de los congresistas involucrados en la investigación judicial de la “parapolítica” forma parte de los siete partidos de la coalición de Gobierno del Presidente Uribe”, relata Claudia López indignada. El narcotráfico ha refinado progresivamente los métodos de infiltración del poder político e incrementado su nivel de “éxito”. Y según afirma el director ejecutivo de Corporación Nuevo Arco Iris, León Valencia Agudelo, “si se suman los paramilitares reinsertados que han vuelto a las armas, los que no se desmovilizaron y las bandas emergentes, tenemos otra vez 10.200 personas en armas, que se dedican al narcotráfico, y que están asumiendo muchas de las características de los anteriores grupos paramilitares, las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia. Estos grupos atacan a líderes sociales, organizaciones comunitarias y dirigentes políticos, buscan influir en el poder local y controlar el territorio”.

Claudia insiste en que “se necesita mucho más que acción judicial para frenar el narcotráfico y el paramilitarismo en la política colombiana. Hace falta acción política individual y colectiva, nacional e internacional, para denunciar, desmontar y deslegitimar la toma criminal del poder político en Colombia”.