Agnes Pareyio 

 

KENIA – 1956

Autora del texto: Lucía Romo Rodríguez

 

“Me prometí a mí misma, el día que me mutilaron, que nunca permitiría que mutilasen a otra niña – y lo estoy consiguiendo. Sé que, en todo el mundo, las mujeres están prometiendo a sus hermanas y a sus hijas una vida mejor. Espero que todas podamos crecer juntas”

Agnes Pareyio es una activista de origen Maasai comprometida con la lucha por los derechos de las mujeres, especialmente contra la mutilación genital femenina. También es fundadora y directora del centro Tasaru Ntomonok (Rescate de la Mujer), ubicado en Narok – su ciudad natal–creado con los objetivos de ofrecer protección a niñas que han escapado de la mutilación genital femenina y de matrimonios infantiles, asegurar que se cumplen sus derechos y que pueden continuar con su educación. En 2005 fue elegida “Mujer del año en Kenia” por las Naciones Unidas.

 

Agnes Pareyio, de origen Maasai, nació el 24 de junio de 1956 en el distrito de Narok (Kenia). Es una activista por los derechos de la mujer que ha dedicado su vida a luchar contra la mutilación genital femenina, así como contra los matrimonios infantiles, intentando evitar que más niñas sufrieran estas prácticas que tan claramente vulneran sus derechos humanos y libertades.

 

Ella misma pasó por la mutilación genital femenina (MGF) cuando tenía 14 años. Este proceso seguía tan arraigado en su comunidad que se consideraba como el ritual necesario para que una niña se convierta en mujer. Pero Agnes pertenecía a la primera generación de niñas Maasai que había podido ir a la escuela, donde tuvo la oportunidad de conocer a niñas de otras comunidades en las que la mutilación genital no se practicaba. Aprendió entonces que ese proceso no era necesario para convertirse en una mujer adulta e intentó resistirse. Le comunicó a su familia su posición acerca de la MGF, explicando que ella no quería ser mutilada, en lo que recibió el apoyo de su padre. Sin embargo, tuvo que enfrentarse a la humillación por parte de su pueblo, que afirmaba que era “una cobarde” y que jamás sería una mujer si no pasaba por ese proceso. Fue una práctica sin anestesia, que aún recuerda con un “dolor indescriptible”. También se acuerda de su esfuerzo en resistir cualquier emoción o impulso de gritar, porque eso le haría quedar como una cobarde ante los ojos de su pueblo. Tuvieron que transcurrir varios días hasta que se recuperó del todo. Todo este doloroso proceso culminó con una promesa que Agnes se hizo a sí misma: haría todo lo posible para evitar que esto le volviera a pasar a otra niña. Se prometió que ni sus futuras hijas ni ninguna niña Maasai sería mutilada, bajo el lema de “ninguna mujer será libre hasta que todas las mujeres sean libres”. Pocos años después, cuando tenía 18 años, fue obligada a casarse a través de un matrimonio concertado. Indignada con esta situación a la que miles de jóvenes están sometidas diariamente, huyó de su casa, con el afán erradicar esta práctica, visibilizar este sufrimiento y ofrecer un futuro mejor para las niñas Maasai.

 

Fue un camino largo y en el que Agnes era consciente de que debía ser cautelosa. Junto con otras mujeres que compartían su postura, se encargó de ir pueblo por pueblo para informar sobre la mutilación genital femenina. Como la mutilación se consideraba un paso previo al matrimonio, querían hacer ver que si una niña iba a la escuela y no se casaba temprano podría ser independiente, trabajar y llevar dinero a la familia. Enfatizaron las innumerables consecuencias, muchas veces desconocidas, que la MGF tiene sobre las mujeres: el trauma, el desangrado, infecciones o el intenso dolor menstrual, entre otras. También explicaron los riesgos a los que se puede enfrentar una mujer mutilada durante el parto. Cuando la madre intenta empujar al bebé a través de la cicatriz, es posible que éste quede atrapado y se quede sin oxígeno. A través de programas educativos y de seminarios, informaban a las mujeres acerca de todos estos efectos de la mutilación, pero también a los hombres, cuyo apoyo resulta fundamental para erradicar verdaderamente esta práctica. Agnes afirma que hay mucha ignorancia respecto a lo que la mutilación genital femenina puede provocar, por lo que su objetivo principal era darles visibilidad a estas consecuencias y conseguir concienciar a la población.

 

Agnes también se ocupa de acoger a niñas que escapaban de sus hogares tratando de evitar pasar por la mutilación genital femenina y por matrimonios tempranos. Persiguiendo este objetivo, en septiembre de 1999 fundó la Iniciativa Tasaru Ntomonok (TNI), una organización comunitaria localizada en el Valle del Rift Sur, en el distrito de Narok (Kenia), que trabaja dentro de la cultura Maasai y dentro de la comunidad que la rodea para poner en práctica de manera más sistemática la gran aspiración de Agnes: poner fin a la mutilación genital femenina y a los matrimonios infantiles. En lengua Maasai “tasaru” significa rescate, y es que este centro se encarga precisamente de dar protección las niñas que huyen de sus casas por estos motivos, así cómo de educarlas sobre las consecuencias de la MGF y matricularlas en escuelas de la zona para garantizar que continúen con su formación. Muchas veces esta iniciativa también sirve como herramienta de mediación con las familias de las niñas, explicando el daño que conlleva la práctica de la mutilación genital. La importancia de este trabajo ha sido reconocida por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, que describe la Iniciativa Tasaru Ntomonok como “un refugio seguro para las niñas que escapan del daño en Kenia”. Asimismo, Agnes también se ha ocupado de proteger a las mujeres que se encuentran al otro lado de la mutilación genital femenina: aquellas que realizan esta práctica como forma de ganarse la vida. Muchas de ellas temen que, si no se dedicaran a la MGF, no tendrían otra manera de sustentar económicamente a sus familias. Para ello, TNI ha organizado cooperativas donde estas mujeres pueden adquirir nuevas habilidades y dedicarse a otras tareas que no estén relacionadas con la práctica que se busca erradicar.

 

También cabe destacar que en 2002 Agnes fue elegida concejala del distrito de Upper Melili y vicepresidenta del consejo de Narok, siendo la primera mujer en ejercer ese cargo. Tres años después, en 2005, fue elegida Persona del Año por las Naciones Unidas en Kenia, por todo su brillante trabajo hacia el empoderamiento femenino y los derechos de las mujeres y las niñas.

 

La situación respecto a la mutilación genital femenina ha mejorado considerablemente en los últimos años. Gracias a mujeres como Agnes Pareyio, comprometidas con informar y sensibilizar sobre este tema, cada vez se conoce más la realidad y su práctica está disminuyendo. Más y más niñas son conscientes de los peligros que conlleva la mutilación y tienen más oportunidades para evitar pasar por ella. Datos de UNICEF de 2014 señalan que el 92% de las mujeres de Kenia están en contra de la MGF, una cifra esperanzadora que ilustra los frutos de la labor de concienciación y protección que realizan mujeres como Agnes. Aun así, no podemos darle la espalda a este problema: cada año, aún hay millones de niñas sufren esta práctica. Según UNICEF, en 2014 el 21% de las mujeres de Kenia entre 15 y 49 años habían experimentado alguna forma de MGF. Por ello, es imprescindible reconocer el esfuerzo de mujeres como Agnes Pareyio que dedican su vida a avanzar a favor de los derechos de las mujeres y a erradicar esta práctica para que, algún día, ninguna niña tenga que pasar por ello, y así, la promesa que ella misma se hizo con 14 años se convierta en realidad.