Alva Reimer Myrdal
SUECIA – 1902-1986
Autora del texto: Virginia Baena
«El mejor de los caminos para prevenir nuevas guerras es el desarme. Y éste es posible»
Alva Myrdal fue una activista política, comprometida con el feminismo, que centró su labor en el desarme y el pacifismo, directora de la UNESCO y galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1982 junto con el mejicano Alfonso García Robles.
Alva nació en Uppsala, Suecia. Desde el principio, orientó su vida hacia el campo de la política social y activa, para lo que estudió sociología en diferentes universidades y comenzó su carrera política. Su notoriedad se vio incrementada en la década de 1930, cuando publicó su libro como coautora titulado “El problema de la población en crisis” en el cual planteaba reformas sociales que garantizaran la libertad individual, poniendo el énfasis en la mujer y ligándose al feminismo, con el que se comprometió activamente en la defensa de la igualdad para las mujeres.
Como mujer feminista, presidió la Asociación de Mujeres Trabajadoras de Suecia, donde promovió una revolución para luchar en contra de lo que ella consideraba carencias en la legislación laboral sueca con respecto a las mujeres, como los despidos a causa del embarazo, un hecho que consiguió evitar gracias a sus esfuerzos como mujer y como política, así como otras prácticas en las leyes socialdemócratas suecas que contaron con la inestimable participación de Alva, que declaró en numerosas ocasiones que “no hay más salidas que la negociación”
Alva fue una de las principales fuerzas en la creación del estado del bienestar sueco, que transformó la nación de un estado de pobreza y envejecido a un modelo a seguir para muchos otros países europeos. Pensaba que “si los bienes se repartieran de forma equitativa, habría más posibilidades de incrementar la población”. Tuvo una participación decisiva en la legislación social e hizo del bienestar desde el análisis teórico una meta para toda la sociedad. La familia, la educación, las clases trabajadoras y la lucha contra la discriminación social y laboral de la mujer fueron algunas de sus principales preocupaciones.
La otra rama de su actividad política que marcó la segunda mitad de su vida, la constituyó la lucha contra el armamentismo en todas sus formas y en favor de la solución pacífica de los conflictos internacionales. Fue directora de la sección social de la UNESCO, cargo que ostentó por primera vez una mujer, rompiendo así el llamado “techo de cristal” que impide que las mujeres accedan a puestos de responsabilidad. Representó a Suecia en la conferencia de desarme de Ginebra y trabajó como embajadora del gobierno sueco en India, Birmania y Sri Lanka, donde declaró que «las raíces económicas y políticas de los conflictos son demasiado fuertes como para que podamos crear un estado duradero de entendimiento armonioso entre los seres humanos.»
En la década de los 60 y 70 ostentó la cartera de Desarme del gobierno sueco y a su vez continuó desarrollando su actividad dentro de la Conferencia para el Desarme de Ginebra. Durante las negociaciones desempeñó un papel muy activo, emergiendo como una líder del grupo de las naciones no alineadas que se centraban en la lucha contra el desarme, hecho que desarrolla en su libro «El juego del desarme» donde expresa su decepción en la negativa de los E.E.U.U. y de la URSS para desarmar. «En la próxima guerra mundial no habrá vencedores, la derrota será de todos», «si nuestro trabajo no ha servido para casi nada es porque las superpotencias jamás han querido realmente encarar un proceso de desarme».
Por su apoyo a los procesos de desarme y su contribución al desarme nuclear fue galardonada en 1982 con el Premio Nobel de la Paz junto a Alfonso García Robles, donde declaró que se sentía «especialmente emocionada por el hecho de que Suecia y México busquen nuevos caminos para alcanzar la meta de la paz mundial».
De todos los premios y honores que recibió, Alva consideraba este último como el más significativo, pero en una ocasión reconoció que “el Premio del Pueblo de Noruega es el más querido en mi corazón” ya que en 1981, cuando fue nominada una vez más para el Nobel y el Comité dio el premio al Alto Comisionado para los Refugiados, hubo una gran protesta en Noruega que suscitó un movimiento popular que recaudó sesenta mil dólares que se la entregaron como Premio del Pueblo Noruego, algo que la emocionó profundamente.
En su trabajo para el desarme Alva combinó la comisión con la implicación profesional. Su comprensión de la necesidad de basar el trabajo del desarme en el compromiso profesional hizo que su trabajo se viera recompensado con el apoyo social y económico. Su bibliografía ha ejercido una influencia muy significativa en la discusión actual del desarme y tras su retirada de la política activa, Alva Myrdal continuó comprometida hasta su muerte con el pacifismo, el desarme y el feminismo. Siempre tuvo la esperanza de que «millones y millones de personas se sumen al Ejército de soldados de la paz». Alva siempre será recordada por el impulso y amplitud de sus acciones y el brillo de su personalidad.